Los préstamos sin aval suelen concederse a personas con solvencia económica o con un contrato laboral. El aval, formado tanto con bienes presentes como futuros, será necesario cuando la persona solicitante del crédito cuente con un coeficiente de riesgo elevado y las entidades crediticias y bancos duden de la capacidad de amortización del préstamo.
El aval es una garantía de pago adicional cuya finalidad es asegurar el cumplimiento de un deber económico a favor de la persona beneficiaria y que percibirá un bien o un recurso.
Normalmente, las entidades financieras suelen pedir este documento a la hora de conceder un préstamo que tiene un alto valor como, por ejemplo, un préstamo hipotecario. En estos casos el arrendador solicita al arrendatario un aval correspondiente a un número determinado de mensualidades, para asegurarse el pago de las mismas en caso de que el arrendatario no lo haga.
En caso de que no se cumplan los pagos establecidos de la deuda en los plazos acordados, se efectuará el aval.
Hay dos figuras implicadas a la hora de establecer un aval. Por un lado, hay que destacar la figura del avalador o avalista. Es la persona o institución que se compromete a hacer frente a la deuda en caso de que la persona beneficiaria no pueda afrontarlo.
Las cantidades de los préstamos personales sin aval suelen ser pequeñas, aunque depende de la entidad y de las características del solicitante, pudiendo llegar hasta los 60.000 euros. Para solicitarlos, normalmente, sólo se requiere presentar información referente a los ingresos obtenidos en el último, o últimos meses, y el documento de identidad.
Los tipos de interés de estos créditos sin aval suelen ser muy elevados debido al alto riesgo que entrañan para las entidades, sin embargo conservan su atractivo ya que es la solución para muchas personas que no pueden aportar un aval para conseguir financiación consiguiendo la respuesta sobre su concesión en poco tiempo.
Algunas entidades permiten la contratación de préstamos sin aval, siempre que se cumplan los requisitos y exigencias de éstas: entrega de la documentación pertinente por parte del solicitante del crédito.
Los tipos de avales que podemos encontrar se dividen según la obligación que se garantice:
- Aval económico: garantizan el pago de una cantidad económica en un plazo de tiempo determinado.
- Aval técnico: el banco garantiza el pago de la deuda adquirida por el cliente ya que confiere un concurso público o contrato.
Según quien los emita:
- Aval personal: es emitido por una persona física o jurídica que se compromete al pago de la deuda en caso de que el deudor principal no pueda hacerlo.
- Aval bancario: una entidad bancaria o financiera es quien se compromete a hacer frente al pago de la deuda.
Elegir el plazo de amortización y el dinero adecuado pasa por realizar un análisis previo que evite situaciones embarazosas y que pueden conllevar un aumento de los intereses, así como nuevas comisiones por retraso en las devoluciones.
No debemos olvidar que en caso de que no se pueda afrontar el pago de la deuda, los avalistas, ya sean familiares, amigos o conocidos, se harán cargo de ella. En este caso, estos pasan a ser los titulares del préstamo sin aval, que se reservarán la opción de tomar medidas legales contra la persona a la que han avalado.