El gasto en términos financieros es el consumo que se hace de un recurso que provoca el incremento de pérdidas o la disminución de beneficios y, por lo tanto, ocasiona una reducción del patrimonio neto.
Concretamente, el Plan General de Contabilidad que regula la contabilidad de las empresas en España (aprobado en el Real Decreto 1514/2007, de 16 de noviembre) define los gastos como “decrementos en el patrimonio neto de la empresa, ya sea en forma de salidas o disminuciones en el valor de los activos, o de reconocimiento o aumentos de pasivos, siempre que no tengan la consideración en distribuciones, monetarias o no, a los socios o propietarios”.
Hay que distinguir entre el concepto de pago y de gasto. El primero es una salida de dinero de la empresa destinada a la extinción de una obligación, por ejemplo, pagos serían las cantidades destinadas a satisfacer alquileres, nóminas, seguros, etc. En cambio, el gasto se refiere a la compra de un bien o un servicio y el consumo que se realiza de éstos, quedando la parte no consumida como inversión para el siguiente ejercicio. En un ejemplo práctico, el consumo de electricidad de una empresa sería un gasto y, en el momento de abonar el importe de la factura, tendría lugar el pago.
En una empresa, se puede diferenciar entre: gastos operacionales (aquellos que generan ingresos para la compañía, como los administrativos o de ventas) y gastos no operacionales (aquellos que no garantizan un ingreso, pero que son necesarios para el funcionamiento de la empresa). Además, también hay que considerar que los gastos pueden ser fijos, variables o eventuales.
